30 años de un gesto único en Spa: "Senna me salvó la vida"

"Si estoy hoy aquí es porque Senna me salvó la vida". Así recuerda el expiloto francés Eric Comas lo ocurrido hace 30 años en Bélgica, en el mismo circuito de Spa durante la segunda sesión de entrenamientos libres. Ese Gran Premio de Bélgica de 1992, justo hace 30 años, pasó a la historia por inscribir la primera de las 91 victorias de Michael Schumacher en Fórmula 1, pero para Comas el motivo fue otro bien distinto.

Campeón de la F. Renault y la F3000 el galo hacía sus pinitos en Fórmula 1 con la escudería Ligier, a sus 27 años, muy lejos de las prisas juveniles de la F1 de ahora. Era el segundo año, ya con motor Renault en la escudería gala y en la cita de Spa, en Blanchimont perdió la zaga de su coche rozando los 300 km/h, impactó contra las barreras y hasta un neumático le golpeó la cabeza, lo que le dejó inconsciente dentro del coche. Con el pie a fondo en el acelerador, sin poderse refrigerar, era evidente el peligro de una explosión tras el impacto.

El primero que vio la polvareda fue el campeón del mundo, Ayrton Senna, siempre preocupado por la seguridad de los pilotos, siempre sensible a lo que ocurría fuera del coche, místico, religioso, único. No dudó en parar su McLaren Honda casi en marcha, jugarse el pellejo cruzando la pista entre polvo y escombros para ir corriendo sorteando monoplazas. "Cuando llegué, Senna estaba de rodillas, sosteniendo la cabeza de Comas, del modo correcto, debo añadir", dijo Sid Watkins en su día, el jefe médico de la F1, muy amigo suyo, tanto que se sabía de primera mano las maniobras de recuperación casi mejor que los comisarios.

Senna paró el motor, ya que "el aceite y el agua goteaban, tenía 180 litros de gasolina y el motor estaba estropeado", recuerda Comas, y luego se encargó de poner recto el cuello del piloto sin quitarle el casco, evitando mayores problemas al asegurar que sus vías respiratorias estaban despejadas. Comas se despertó luego en el hospital y solo viendo las imágenes supo quién había sido su angel de al guarda, al que quedó eternamente agradecido.

"Ese día odié la Fórmula 1"

Dos años después, en Imola, a Eric le tocó vivir la situación contraria, ver a su salvador, mortalmente herido tras la horriblemente famosa accidente en Tamburello. Comas, que tuvo un percance previo y estaba en boxes, no dudó en saltarse el reglamento y salir de boxes pese a la bandera roja y llegó para echar una mano agobiado y desesperado.

"Desde el borde de la pista me hacen grandes señales. Veo el helicóptero, la ambulancia, el Williams, Ayrton en la camilla, rodeado por los médicos. Me detengo junto a la ambulancia. El casco de Ayrton está en el asiento, no puedo mirarlo, me duele demasiado. Me quedo allí, postrado. No puedo moverme. Estoy a unos metros de la camilla, a unos metros de Ayrton. Y entonces, de repente, siento que el olor a muerte aumenta. Me paraliza. Ese día odié la Fórmula 1. La herida en mi corazón se cerró muy lentamente. Pero sé que cada 1 de mayo se reabre", reconoce con cruda sinceridad.

Comas fue el único en no correr aquella carrera tras dar las cinco primeras vueltas. Se fue del circuito. A final de temporada dejó la F1. Saltó a los SuperGT, donde fue bimcapeón y se convirtió en un clásico de Le Mans hasta su retirada en 2006. Tardó años en digerirlo y explicarlo: "Fue una experiencia horrible que enterré dentro de mí y me costó años sacar. Me encontraba ahí, al lado del hombre que me había salvado la vida dos años antes, y no poder hacer nada por él era algo que me hacía sentir terriblemente mal. Él me salvó la vida, pero yo llegué demasiado tarde".

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