Asensio fortalece al líder
Como hay antecedentes de derrumbe invernal, con consecuencias irreparables en primavera, el Bernabéu anda con la mosca tras la oreja. El equipo hace que se lo tema otra vez, pese al liderato, pese a la ventaja en la tabla, pese a la falta de sus depredadores tradicionales. El Madrid está escandalosamente uncido a Benzema y Vinicius y sin ellos se rompe el hechizo. Ante un Granada de más a menos sumó una victoria de digestión pesada gracias a un gol de Asensio con un zurdazo estupendo que estuvo muy por encima del partido. Una lástima que un jugador tan excepcional se haya vuelto tan esporádico.
Intencionadamente o no, Ancelotti sigue dejando mensajes en el buzón del club: cada ausencia de Benzema abre un agujero negro que solo tiene solución en el mercado. Llámenle Haaland. La cuenta de Mariano es un dolor, literalmente. Sale a más de tres lesiones (veinte, incluyendo la que le tiene parado ahora) por gol (seis) desde que regresó. Recuerden que le dieron el 7 de Cristiano. Tal ataque de optimismo patológico se corrigió traspasándoselo a Hazard, que tampoco ha hecho buen uso de una camiseta tan cargada de gol. Aún más rojos, o sonrojantes, son los números de Jovic: más de cincuenta días de baja por diana (tres en tres temporadas). El problema ya no es tanto que no marque como que no se le conozca ni un gesto de frustración. Que le enfade el asunto no le redime, pero le volvería humano. El plan C es Bale, que desde septiembre ha ido encadenando lesiones sin parte médico, conocidas a medias por lo poco científico que los periodistas le han arrancado a Ancelotti, y moscosos varios. Cuatro meses y medio lleva preparando la mudanza. Así que la cosa ha acabado con Asensio o Isco, como ante el Granada, en la plaza de nueve. Dos tirachinas para cazar elefantes.
Un inicio gélido
Pero el primer problema del Madrid en el partido no fue táctico sino emocional. En cinco minutos, Camavinga intentó un muletazo donde no tocaba y Courtois le sacó con un pie un remate sin oposición a Puertas. El equipo de Ancelotti es de arranque frío. Más sí falta Vinicius, el único delantero de alto voltaje. Quizá tenga que ver con el exceso de futbolistas cerebrales (Asensio, Isco, Kroos...), quizá con la edad de muchos de ellos, obligados a jugar pulsómetro en mano para que el partido no se les haga largo.
Isco, de lo más hábil de la parte inhábil de la plantilla, fue la mejor baza del Madrid en la salida. Entrando y saliendo del distrito del nueve estuvo en todos los tibios acercamientos de un equipo que se movía pesadamente, sin gracia ni peligro. Antes de la media hora sonaron los primeros pitos en el Bernabéu, la fiscalía más severa del fútbol español.
Al Madrid le despertó un accidente, un remate suicida al larguero de Torrente a centro de Carvajal, que tuvo continuidad en otro trallazo desde posición difícil de Kroos que se le fue por dos palmos. Fue un indicio de nada, porque era un día valle con un solo futbolista encendido, Luis Suárez. Un pase suyo puso a Uzuni frente a Courtois. El albanés, recién llegado, remató de mentira. El error abrió otro periodo de dominio del Granada, que antes del descanso pisó con frecuencia en el área blanca mientras sonaba el segundo aviso en la grada.
Nada funcionaba en el Madrid, con algún brote de talento individual. Asensio, que iba para jugador de época y se está quedando en jugador de épocas, buenas y malas, dejó un gran disparo lejano e Isco una mejor volea. Ambos remates toparon con Luis Maximiano. Balear y malagueño fueron de lo más salvable en esa fase en un equipo poco protegido por Camavinga. Ni le va ni está preparado para ejercer de coche escoba en el centro del campo. En el descanso le relevó Valverde, cuyo primer encontronazo fue con Mateu. Le quitó una jugada de gol por una falta fantasma a Torrente. Un exceso de vista de un árbitro de manga ancha.
El gran cambio
En cualquier caso, el Madrid de la segunda mitad fue otra cosa. Con un punto más de nervio y dos puntos más de orden fue importunando de verdad al Granada. A Asensio e Isco les siguieron Alaba, con instinto de centrocampista; Valverde, notablemente mejor que Camavinga en el juego posicional; Modric, el futbolista más responsable del equipo; y Marcelo, con momentos desequilibrantes. Incluso Rodrygo, que soltó dos buenos disparos sin mucho ángulo. Uno lo sacó Luis Maximiano, sobre el que el equipo comenzaba a depositar todas sus opciones peligrosamente.
Como el reloj apretaba, Ancelotti tiró de la cara oculta, Hazard más Jovic. El belga entró con buen ánimo, pero fue Asensio quien sacó al Madrid del atasco gracias a esa condición de goleador por cuenta ajena. De la nada, a veinte metros de puerta, largó un zurdazo que fue cimbreándose hasta acabar junto al palo derecho de Luis Maximiano. Un misil inteligente que no tenía remedio. Robert Moreno deshizo sus cambios. Los primeros resultaron regresivos; los últimos, ofensivos. Solo le sirvieron para dejarle aún más espacio al Madrid, que como no produce goles al por mayor alargó el suspense hasta el final para acabar acostándose en un colchón mullido de seis puntos sobre el Sevilla.