El Barça depende de un milagro
El Barça de la Champions, el de los tres entrenadores en cinco partidos alargará el suspense de su participación en la máxima competición europea hasta el último momento y deberá buscar una gesta en la última jornada de la fase de grupos. Tras empatar a cero con el Benfica, la buena noticia para el equipo blaugrana es que sigue dependiendo de si mismo. La mala es que será en el Allianz. Todo lo que no sea ganar en Múnich hace que el Barça dependa de un resbalón lisboeta ante el Dinamo de Kiev.
Salió el Barça a jugar sabiendo que tenía la Europa League asegurada por la derrota del Dinamo en casa ante el Bayern y que estaba a un gol de acceder a octavos. Y de nuevo, como ante el Espanyol, fue incapaz de traducir su juego en goles.
Bajo una intensa lluvia que aumentaba la sensación de épica que ya predecía el planteamiento del partido, Xavi decidió darle una vuelta más a su discurso en su segunda aparición como técnico blaugrana. En ataque, dio carrete a Yusuf Demir como extremo ante la falta de efectivos y la renuncia de Coutinho y en defensa entraron Lenglet y Araújo buscando una superioridad en el juego por alto tratando de controlar a Darwin Núñez, que sorprendentemente no salió como titular en el conjunto lisboeta. Eso sí, con una defensa de tres que completaba Gerard Piqué.
Otra vez la misma historia
Como pasó ante el Espanyol, el Barça volvió a iniciar el partido dominando el juego, pero sin remate que culminara cada una de sus aproximaciones. De hecho, las primeras ocasiones de peligro reseñables del conjunto blaugrana fueron protagonizadas por defensas en jugadas tras robos de balón. En la primera ocasión Araújo disparó alto y en la segunda, el disparo de Alba fue atajado por el portero del conjunto lisboeta.
El Benfica se recuperó de la salida del Barcelona gracias al boquete que ofreció Lenglet en su parcela defensiva. El francés regresaba a la titularidad y en sólo tres minutos, los que van del 32 al 35 estuvo a punto de cargarse cualquier opción blaugrana. Primero concedió una falta absurda que acabó en un córner que Yaremchuk remató ante la pasividad del francés obligando a Ter Stegen a salvar el gol con el pie. En la jugada siguiente, el francés volvió a distraerse de la marca y permitió a Joao Mário ceder un balón a Otamendi que lo clavó en la escuadra. Por fortuna para el Barça, el asistente había decretado, que en saque de esquina, el balón había salido del campo en su parábola.
El Barça parecía haber perdido el norte tras estas acciones del Benfica, pero pudo irse al descanso amenazando y recuperando un poco de autoestima después de que Demir enviara un disparo al larguero.
Imprecisiones
La segunda parte se inició con muchas imprecisiones por parte de ambos bandos y con jugadores, como era el caso de Demir, al que el partido ya amenazaba con atropellarles. De los movimientos que hicieran ambos técnicos dependería el desenlace del juego. Jorge Jesús fue el primero en mover ficha, introdujo al temible Darwin, pero a cambio retiró al cerebro Joao Mário.
A los 20 minutos y con las alarmas ya en color naranja, Xavi decidió ya jugársela y sacar a Dembélé por un Demir fundido. El francés, sospechoso habitual de la grada, era recibido como el séptimo de caballería por una afición entregada.
Las primeras cabalgadas de Dembélé animaron al Camp Nou, pero pusieron en alerta a Jorge Jesus, que modificó su dibujo y dispuso un doble marcaje al extremo francés.
Con el Barça lanzado en busca del gol salvador y el Camp Nou empujando todas las carreras de Ousmane, Araújo, el otro símbolo de la insistencia blaugrana, embocó el balón en la portería lisboeta… pero en fuera de juego. El uruguayo, para más inri acabó lesionado en esa acción y se perdió los últimos minutos.
Con ambos equipos viviendo al límite, el partido murió después de que el Benfica desperdiciara la oportunidad de sentenciar al Barça, que deberá buscar el milagro en Múnich para seguir en la Champions.