El martillo es Verstappen

Parece que Verstappen ganó una carrera en Austria y Hamilton quedó segundo, pero en realidad se trata de mucho más que eso. Perdió el inglés, en cada vuelta, durante 71 pasos por la línea de meta. Vio el siete veces campeón cómo la diferencia frente al Red Bull crecía y crecía, de las décimas a los cuatro segundos que defendió antes de las paradas en boxes. Luego más allá de los diez una vez cambiaron los neumáticos, 35 en meta por la doble parada del inglés. Hizo todo lo que pudo Sir Lewis con un gran coche, el Mercedes, pero quedó a una distancia enorme del piloto y el monoplaza del momento. ‘Mad Max’ conquistó el GP de Estiria y da un golpe al Mundial. No por la diferencia de puntos, son 18 y queda una temporada larguísima, pero sí por la sensación de imbatibilidad que despierta el león.

Salió fácil, desde la pole, se defendió en el primer vértice y se dedicó a volar. Corrió solo durante toda la carrera, apenas tuvo que preocuparse por doblar del quinto hacia abajo sin sustos. Hamilton paró en la vuelta 28 a una distancia considerable de Max, y él en la 29. El ‘undercut’ era imposible. Además, ni llovió ni debió aparecer el coche de seguridad a lo largo de la hora y media de carrera, así que fue un domingo plácido para Verstappen y quizás la victoria más cómoda de las 14 que acumula en su vitrina. Vendrán más, la próxima puede llegar este domingo en el GP de Austria. En Red Bull Ring, el circuito de casa. Alguien está a punto de dar un golpe al Mundial.

Hamilton y Bottas completaron el podio. El tercer puesto debió ser para Checo Pérez, pero una parada horrible por parte del equipo que las hace mejor le hizo perder el puesto en la calle de boxes frente al finlandés y terminó cuarto. Es un buen botín para Valtteri, que no subía al cajón desde Barcelona. Pero las caras en Mercedes son largas porque después de acotar los alerones flexibles y revisar las presiones de los neumáticos, el RB16B sigue ahí, delante, generándoles el mayor dolor de cabeza desde que se convirtieron en el mejor equipo de todos los tiempos.

Exhibición contra el cronómetro de Carlos Sainz

Para el resto de la parrilla sí fue un gran premio movido. En la salida, Gasly y Leclerc se tocaron (Alonso, que partía octavo, peleaba con ellos en ese momento) y el francés abandonó. El monegasco debió cambiar neumáticos en la primera vuelta por un pinchazo. Norris se marchó delante y Sainz, que arrancó 12º, necesitó ocho vueltas para alcanzar posiciones de puntos cuando Ricciardo perdió varias plazas en poco tiempo. Alonso se asentó séptimo.

El madrileño podía escoger neumático para la salida y montó el medio, cuando sus rivales en carrera (del top-10) habían salido con blando. Eso le permitió alargar su primer ‘stint’ cuando el resto ya había parado para cambiar las gomas, pero pocos imaginaban que aguantaría con el mismo juego ¡hasta la vuelta 41! Más de media carrera rodando cargado de gasolina con unos Pirelli de dureza media.

En cuanto Sainz se quedó sin tráfico, voló y recuperó lo que era suyo hace una semana, en Paul Ricard. Entonces salió quinto y acabó undécimo, sin puntos, porque los neumáticos desaparecieron. Esta vez partió 12º y finalizó sexto, sólo por detrás de Norris entre quienes no pilotan un coche ganador, y le hubiera cogido de no ser porque le encerró Hamilton, de quien llegó a desdoblarse. ‘Ayudó’ que Leclerc se descolgara por el incidente del inicio y debiera correr en otras circunstancias, porque el muro se ‘desacomplejó’ de golpe y debió buscar una estrategia inteligente con el primero de sus coches. La jugada les salió bien, porque los Ferrari acabaron volando y Leclerc firmó una gran remontada, séptimo, con adelantamientos brillantes a Raikkonen o Vettel. Cuando piensan con dos coches a la vez, son capaces de sumar muchos más puntos que McLaren.

Alonso peleó durante toda la tarde en el tren más complicado, el que cierra el top-10, y acabó noveno tras Stroll, pero delante de un correoso Tsunoda. Se quedó sin puntos un digno Russell, que luchó por ellos con el Williams durante media carrera. Una mala parada le descolgó, y luego debió abandonar por avería mecánica. En siete días puede desquitarse en el mismo escenario, aunque con 100.000 aficionados en las gradas. Los locales beberán bebidas energéticas, los holandeses preferirán cerveza, pero todos querrán que gane otra vez Verstappen. Y es posible que se marchen a casa contentos.

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