El 8 de febrero, unas semanas más tarde de las fechas habituales, arrancará en Melbourne el Open de Australia, el primer Grand Slam del año. Lo hará bajo unas estrictas medidas de seguridad sanitarias, como no puede ser de otra manera, aunque no con las que estaban inicialmente previstas.
En un principio, la organización del torneo había pensado en organizar una burbuja sanitaria para todos los participantes. Eligió el Westin Melbourne, que ya suele ser el lugar donde se hospedan los tenistas que juegan cada año aquí. Los responsables del hotel habían garantizado el cumplimiento de las medidas y toda la logística en caso de un posible positivo, pero no contaban con un detalle: los residentes de larga estancia que viven allí.
El Westin Melbourne es un hotel de lujo situado en una bulliciosa zona de la ciudad. Allí viven familias, muchos de ellos ancianos ya jubilados que se han negado a compartir espacio con los tenistas por miedo a un eventual brote que surja allí. Hasta tal punto ha llegado la queja que Lisa Neville, ministra de la Policía del Estado de Victoria, ha confirmado que el gobierno está buscando una solución porque dicha burbuja no se va a producir allí.
"Nos enteramos el domingo (3 de enero) que había algunas preocupaciones que habían sido expresadas por los residentes en los apartamentos. A la vez, también nos preocupaba que esto pudiera retrasar la puesta en marcha del Open de Australia, por lo que hemos pasado por un proceso para asegurar un nuevo sitio", destacó. Se espera que esta misma semana vayan a anunciar el hotel u hoteles que reservarán para los tenistas.
Australia ha sido uno de los países que mejor ha gestionado la pandemia, si bien el mayor número de casos se ha registrado, precisamente, en Melbourne.