El Sevilla acaricia la Champions entre las lágrimas de Morales

Ver a José Luis Morales llorar sobre la hierba simboliza qué se jugaba el Levante ante el Sevilla. La vida. Casi la misma que los sevillistas por la Champions, aunque no son guerras comparables. El capitán desperdició un penalti tras haber anotado otro en el primer periodo. De tenerlo todo perdido con el 1-3 de Koundé, a soñar con puntuar en los últimos minutos.

Un equipo que es un pura energía, voluntad, amor propio, pero también carencias defensivas. Cada gol sevillista fue un error grosero de la defensa del Levante. La salvación parece ahora imposible. Con ese espíritu seguirán dando guerra. El Sevilla, por su parte, coge ventaja con la Champions y respira tras ganar fuera de casa cuatro meses después y por primera vez en la segunda vuelta. Qué primera vuelta tuvo que hacer para seguir viviendo de las rentas.

El Sevilla es otro equipo cuando aprieta arriba al rival como en la primera mitad. Sin especular demasiado. Cierto es que Lopetegui sabía que el Levante iba a tratar de transitar saliendo por dentro y ahí la labor de En-Nesyri debía justificar su titularidad. El marroquí debía acostar al centrocampista que recibiese de ese trío de centrales muy exigidos por los atacantes sevillistas. Porque Julen colocó a Ocampos por la banda que más le gusta y Tecatito incordiando en ese espacio que queda entre los defensores cuando se colocan con tres atrás.

La primera ocasión la tuvo Ocampos, con un disparo a la media vuelta. La siguiente intervención del argentino terminaría en el 0-1. Recuperación de En-Nesyri en el centro del campo y salida en estampida del equipo andaluz. Jordán sobre Ocampos en la derecha y tras amagar un par de veces le colocó el balón a Tecatito, que remató libre de marca con la cabeza en área pequeña. Se veía que Lucas estaba picado por su suplencia ante el Madrid y volaba por el costado.

También le ayudaba que los carrileros del Levante estuviesen demasiado altos. Llevaban el juego a los costados y por ahí hacía un daño terrible, en los uno contra uno de los extremos contra centrales a campo abierto. Pero a este Sevilla siempre le pasa algo. Más todavía lejos de su estadio. En un balón sin peligro llegó el empate del Levante. Remate desde la frontal de Morales, tras un saque de esquina, y un toque de Melero dentro del área va a parar a la mano despegada de Diego Carlos. Penalti.

Lo revisó Díaz de Mera porque había tres jugadores del Levante en fuera de juego y Dani Gómez está junto al central brasileño saltando cuando le toca la pelota. Decidió que eran once metros. El Comandante Morales no desperdicia estos regalos. Empate y mal sabor de boca para los sevillistas, que veían cómo se le caía una ventaja nuevamente con muy poco. El Ciutat de Valencia se levantaba y recobraba la ilusión. Necesitaba mucho más para doblegar a un Sevilla bien plantado.

Y al poco llegaba otra vez un golpe de los sevillistas. Ocampos y Tecatito nuevamente. Centro al área del argentino, control orientado y vaselina del internacional por México. Golazo. El resto del primer tiempo sí que apareció el Sevilla de mucho control y el Levante trató de ordenarse y no dar tanta ventaja a su rival. Koundé tuvo la mejor oportunidad antes de que llegase el descanso.

Menudo final de partido

El Levante salía a morder. Sin concesiones. Se juega la vida en cada partido. Y el Sevilla, en cambio, con una torrija parecida a la del domingo frente al Real Madrid en el segundo periodo. Y Melero estuvo muy cerca de colocar la superioridad inicial granota en el electrónico. El centrocampista entró por la banda derecha y su centro fue un disparo raso al primer palo, que salvó Bono con el pie. Lopetegui no se podía contener y realizaba dos cambios. Quitaba a sus dos jugadores con tarjeta (Jordán y Navas). No quería que se le escapase el ritmo del encuentro ni su control, mientras el Levante pretendía todo lo contrario. Que pasase de todo. El Sevilla trataba de dar pasos al frente y asustar a los de Lisci. Y para eso quién mejor que el Papu. Todo lo que tocaba el pequeño mediapunta argentino era peligroso. Un cabezazo de Ocampos pudo significar el tercero, tras pase del propio Papu Gómez.

Sin embargo, con un marcador tan apretado todo podía suceder. Diego Carlos tuvo que quitarle un balón a Morales cuando se plantaba solo delante de Bono. Se abrían los espacios y lo extraño que los de Lopetegui no cerraban bien. Una entrada de Morales por banda, tras la enésima pérdida de Rakitic, la despejaba Acuña con el cuerpo tras disparo de Bardhi. Terrible error del lateral en la siguiente jugada derribando a Radoja tras llevarse el mediocentro un rebote. Segundo penalti a favor de los locales. Y Morales la tiró fuera cuando el Ciutat ya cantaba gol.

Se volvía loco el duelo y los entrenadores movían lo que les quedaba en el banquillo. Y en una de las numerosas jugadas a balón parado desde, Koundé hacia el tercero del Sevilla totalmente libre de marca. Parecía sentenciado el encuentro. Pero no. Nada más lejos de la realidad. Soldado acortó distancia a tres del final en un contragolpe conducido por Morales tras una ocasión anterior donde el Sevilla pudo hacer el cuarto. Soñaba al Ciutat. Segundos después, un error de Bono en la salida de balón golpea el balón en la espalda de Soldado y cerca está de entrar. Locura total.

Últimos minutos de infarto, con un Levante volcado y el Sevilla defendiendo el área con poca seguridad. Duarte remató por encima del larguero un balón suelto en el área, con numerosos toques de cabeza. Morales seguía a lo suyo y cada jugada suya era peligro, como un córner al que subía incluso Cárdenas. No pudo ser. El Levante se quedó con la miel en los labios y rompía a llorar su capitán, José Luis Morales, que se sentía culpable. El dolor del final de Liga. Unos ríen y otros lloran. La otra belleza del fútbol.

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