El VAR cambia la Liga
La Liga en un minuto y en una pantalla. El Madrid había empatado un partido empinado, andaba volcado sobre área del Sevilla y entonces llegó el gran lío. Córner a favor de los andaluces, Militao salta de espaldas, el balón golpea su hombro y luego su brazo. Munuera no pita nada, Benzema se marcha en el contragolpe y Bono le derriba. El VAR llama al árbitro y acaba señalando el primero. Uno de esos penaltis de la nueva ola, de los cogidos con alfileres por una ley de chicle. El Madrid, que ya desconfiaba de un gol anulado por un fuera de juego de centímetros y una mano en el área de Diego Carlos, sacará el libro de reclamaciones. Y tendrá tanta razón como el Sevilla en negársela después de tanto vaivén de interpretación. Así pasó el Madrid de presunto primero a segundo y gracias a un gol en el descuento. Y así la Liga volvió a estar en el tejado del Atlético. Después de la madre de todas las jornadas, todo sigue igual.
Con Hazard se fue Zidane a la segunda batalla de Inglaterra, la de Stamford Bridge, sin aprender de la primera, la de Manchester. Pero empieza a bajarse del barco. La del belga fue una alineación indebida, como la mayoría desde que llegó al Madrid. Porque se abandonó cuando no debía, se lesionó cuando no debía, volvió cuando no debía, jugó cuando no debía y se carcajeó cuando no debía. Su único don ha sido, hasta ahora, el de la inoportunidad. La disculpa pública a su buen humor en medio del luto no le salvó de repetir ante el Sevilla, probablemente el partido más importante del curso. Esta vez Zidane volvió a Vinicius, un duende con dientes de sierra, y se puso en manos de los cuatro defensas suplentes, uno de los muchos fenómenos sobrenaturales que ha vivido el equipo este año.
Tampoco tuvo heterodoxia la respuesta de Lopetegui, que salió sin En Nesyri, que le ha dado 23 goles, ni De Jong, su repuesto natural. Metió a Papu Gómez, que no ha sido ni de lejos lo que parecía, en la izquierda y a Ocampos de nueve de ficción para no darle un blanco fijo a los centrales del Madrid.
La presencia de Odriozola y Marcelo, descuidados en el repliegue, convirtió a Casemiro en la santísima trinidad: el tercer central, el primer mediocentro y el mediapunta de guardia.
De salida, el Sevilla fue el Chelsea: presión elevada, numerosa y agresiva que obligaba al Madrid a desplazamientos largos a zona muerta y un ritmo de juego altísimo, a sabiendas de que el Madrid no está para un mambo. Así que el partido amaneció teñido de rojo pero con la amenaza de la contra del Madrid, que para eso salió Vinicius. En un pase del brasileño a Odriozola, que tuvo un despegue vertical, y un centro de este que cabeceó Benzema marcó el Madrid. Un relámpago que el VAR apagó por un tobillo infractor del donostiarra.
Cambio de viento
No valió el gol, pero el lance pareció tener un impacto psicológico: alargó al Madrid y encogió al Sevilla. Sin embargo, el equipo de Lopetegui tomó la delantera en una jugada de arte y ensayo. De lo segundo fueron el saque en corto de Suso, el centro de Navas y la dejada de Rakitic. El arte lo puso Fernando, al que le salió el brasileño que lleva dentro, para resolver con la sangre fría de un nueve tras sentar a Casemiro en zona minada.
Y a partir de ahí, al filo de lo imposible, se soltó el Madrid con el empuje de Modric, la locomotora de Odriozola, el desborde de Vinicius y las ocurrencias de Benzema, el monogoleador. De Kroos no se tuvieron noticias. En siete minutos Casemiro, Vinicius y Benzema rondaron el gol y probaron que el Sevilla no está hecho para defender aculado en su área. Con mucho menos ha ganado partidos esta temporada el equipo de Zidane.
El arreón blanco
El Madrid volvió del descanso un punto más emotivo y el Sevilla, notablemente más hermético. El partido ya fue de una sola dirección, aunque el equipo de Zidane, en modo embestida, no encontraba por dónde salir del enredo. Así que aplicó dos remedios tan tradicionales como poco efectivos: los disparos lejanos y los envíos laterales. De los primeros le sacó Bono uno a Modric y no dieron con el blanco ni Nacho ni Casemiro, y los segundos morían en el dúo Koundé-Diego Carlos. Para salir del ahogo metió Lopetegui a El Nesyri. Para que no parara el tambor tiró Zidane de Miguel Gutiérrez y Asensio. Antes, Vinicius se atropelló ante Bono y pifió su remate, que tocó el palo. Más preciso estuvo Asensio, que en su primera intervención mató al meta sevillista con un remate sobre la marcha. Kroos, ya dentro del partido, preparó la maniobra.
Y con el Madrid a la carga llegó un lance que dará para semanas de debate y que dejaba al equipo blanco al borde del KO. Pero aún quedaba suspense. Hazard desvió un tiro de Kroos para empatar y Casemiro se quedó a centímetros de la victoria en el último segundo. Al Madrid no se le acaban las vidas extra.