Kyrie Irving, la estrella muda
Arrancan los nuevos Nets, un equipo llamado a ser el gran animador del Este, donde puede sacudir de arriba abajo las jerarquías de la Conferencia. Es el año II de Kevin Durant y Kyrie Irving juntos en el barrio más famoso del mundo. Pero en realidad es el primer intento: KD no jugó en su primera temporada por la ruptura del tendón de Aquiles que sufrió en las Finales de 2019, en el quinto partido de la serie Warriors-Raptors. Y Kyrie, que llegaba tras una compleja salida de los Celtics, solo jugó 20 partidos, lastrado por una lesión de hombro. El 20 de febrero se anunció que no jugaría más en la temporada, y eso no cambió con el parón de cuatro meses por la pandemia: Kyrie, que el 31 de enero le metió 54 puntos a los Bulls, no jugó en Florida.
Los Nets estrenan entrenador: Steve Nash. Y tienen que armonizar y dar sentido a una rotación que, si Durant y Kyrie están al 100% físicamente (y estables de ánimos) da para soñar con ganar el Este mientras se deshoja la margarita con el futuro de James Harden, que les ha dicho a los Rockets que quiere jugar en Nueva York con Kyrie y Durant, con el que ya compartió vestuario en su primera experiencia NBA, los Thunder.
Un quinteto Kyrie, Caris LeVert, Joe Harris, Durant y Jarrett Allen con una rotación en la que estarían Spencer Dinwiddie, Bruce Brown, Landry Shamet, Taurean Prince, DeAndre Jordan, Tyler Johnson, Jeff Green... los Nets tienen talento, profundidad y megaestrellas. Veremos si tienen también sentido en pista. Es la pieza que falta y la que más preocupa, sobre todo si se parte del complicado carácter de Durant y, sobre todo, Kyrie Irving.
Kyrie contra los medios, otro capítulo
El viernes, Kyrie Irving tenía que haber atendido (por Zoom, claro) a los medios de comunicación por primera vez desde que abrieron los training camps. En lugar de eso, emitió un comunicado con el que parecía confirmar lo que acababa de anunciar el periodista Brian Windhorst en ESPN: no va a hablar con los medios en toda la temporada, algo nada habitual (ni deseable para la Liga) en la NBA: “En vez de hablar con los medios hoy, emito este comunicado para asegurarme de que mi mensaje se traslada de la forma adecuada. Esto comprometido con trabajar todos los días, divertirme, competir, jugar y ganar títulos al lado de mis compañeros y colegas en los Nets. Mi objetivo esta temporada es que mi trabajo hable por mí, dentro y fuera de la pista. La vida nos ha golpeado de una forma diferente este año y requiere que todos hagamos las cosas de otra manera. Al menos es lo que requiere de mí. Así que esto es el principio de un cambio".
Kyrie no confirma que el blackout será un portazo a la prensa durante toda la temporada, pero los periodistas cercanos al jugador creen que así será. Sería un nuevo episodio de la complicada relación de Kyrie (campeón en 2016 con los Cavaliers de LeBron) con los medios, una historia de picos y valles que ha vivido desde momentos surrealistas, como cuando aseguró que es un firme defensor de que la tierra es plana, a otros de mucha tensión. El último cuando, después de renunciar a la burbuja de Florida, encabezó el amago de rebelión de una facción de los jugadores y personalidades de otros ámbitos. Su objetivo era que no se jugara en Florida para no diluir el movimiento social que estaba en marcha tras el asesinato de George Floyd. Algunos de los principales periodistas del entorno NBA enfocaron, con un punto de vista totalmente corporativista, este tema desde el carácter voluble de Kyrie y su condición de “agitador”, algo que no gustó nada al jugador ni a quienes creían que había que centrarse en su mensaje y no en su historial. Hasta un exjugador como Kendrick Perkins, ahora comentarista televisivo, le criticó con dureza: “Si le pones el cerebro de Kyrie a un pájaro, volará hacia atrás. Porque así es como Kyrie está ahora, confundido”.
Hace días, y un podcast con Kevin Durant, Kyrie habló abiertamente de esas críticas que había recibido desde el establishment de la NBA: “Creo que fue Maya Angelou la que dijo que una persona defendiendo la palabra de Dios ya es una mayoría. Yo voy a expresarme siempre a favor de lo que creo correcto. Y supongo que eso tiene un precio, que se me pinta de una manera que no es como realmente soy. No voy a dedicarme a llevar a casa la mala energía, no voy a darle vueltas a lo que se diga, que qué estoy haciendo, que si soy o no soy más listo… sé que Kendrick dijo algo que si le ponían mi cerebro a un pájaro, volaría marcha atrás. Pero no tengo problemas con ello, es la opinión de los demás, no me siento faltado al respeto. He llegado a un punto en mi vida en el que me sirvo a mí y a los demás, pero en el que solo tomo en serio las críticas de aquellos a los que respeto, los que están alineados conmigo. No puedo preocuparme de lo que cada uno diga de lo que tengo que hacer, lo que no… Por todo eso acabé en un lugar oscuro. Y la gente habla de esos lugar oscuros pero no nos damos cuenta de que se necesita terapia, que hay que buscar ayuda porque te conviertes en un prisionero de tu propia fama, de tu vida y tu estatura. Siempre quería ser el más fuerte de la sala, el que mantenía todo en marcha, el que sabía todo… como si mi mierda no oliera. Pero he aprendido de grandes tipos que a veces se lidera también desde la parte de atrás. No necesito que todos aprueben lo que digo”.