Los Phoenix Suns son, a estas alturas, el mejor equipo de la NBA. Al menos su balance dice eso. Lucen un 35-9 con tres partidos de diferencia sobre el segundo mejor equipo de la Liga, los Golden State Warriors y, sobre todo su juego, demuestra que los actuales subcampeones están dando pasos adelante para lograr lo que no pudieron el pasado mes de junio: el anillo.

Los rivales saben que, cuando se enfrentan a los Suns, deben hacerlo a su bloque sólido, a su juego, a veces avasallador, a uno de los mejores bases de la Liga en Chris Paul, uno de los más destacados atacantes en Devin Booker o un férreo defensor y dominante pívot en DeAndre Ayton.

Pero no sólo eso, hay una barrera que deben cruzar a toda costa o el partido se lo llevarán los de Arizona. Esta temporada se da la circunstancia de que, si los Suns encajan 110 o menos puntos, ganan siempre. Como la banca.

Y no es un dato menor porque no ha ocurrido una, dos o tres veces... sino 30. Phoenix luce el demoledor parcial de 30-0 siempre que su defensa impide al rival llegar a 110. Eso deja un desfavorable parcial de 5-9 siempre que los Suns han encajado más de 110 puntos.

Parece de perogrullo: 'no encajar puntos asegura victorias'. O ese 'un equipo campeón se construye desde la defensa'. Ambos axiomas se ajustan a un equipo que ha encontrado un fino equilibrio entre su ataque y su defensa para ser, de momento, el mejor. Y eso, haciendo poco ruido porque hay que insistir mucho para que se meta a estos Suns en las quinielas por el anillo de campeón.