James Harden acaba de tomar una crucial decisión que puede afectar seriamente a su futuro a corto y largo plazo en los Brooklyn Nets. La estrella del equipo neoyorquino cambia de agentes, deja de trabajar con Jason Ranne y Chafie Fields de Wasserman, los que facilitaron su traspaso de Houston a Brooklyn, y ahora estará representado por su amigo Lorenzo McCloud y la propia asociación de jugadores.
Un movimiento así en un jugador del calibre de 'La Barba' siempre es importante pero resulta capital cuando jugador y equipo se tienen que ver las caras para acometer una renovación que puede tener un resultado decisivo en el futuro próximo de la NBA.
Harden está ante el último año de su contrato con los Nets. Esta temporada cobrará 44,3 millones en las filas de Brooklyn. Más allá queda la opción de jugador que tiene Harden para la temporada 2022-23 y por la que cobraría 47,3 millones de dólares, siempre que decidiera ejecutarla, claro. Si no llegara a un acuerdo de renovación y decidiera no ejecutar su opción, Harden se convertiría en uno de los agentes libres más cotizados a partir del verano de 2022.
Los Nets ya han manifestado que quieren renovar, no sólo a Harden, sino también a Kyrie Irving para disfrutar al menos varias temporadas más de su Big Three. Kevin Durant ya llegó a un acuerdo para ampliar su relación cuatro años y casi 200 millones de dólares y la franquicia trabaja ahora en sus otras dos estrellas. Irving está en una situación parecida a la de Harden, su contrato expira al final de esta temporada y le queda la posibilidad de la opción de jugador.
Para Harden ya se habla de cantidades de 161 millones en tres años, mejorando lo que gana ahora. Pero aunque en Brooklyn no hay prisa por renovar a su jugador, sí se ha instalado cierto temor tras la decisión de Harden de cambiar de agentes. Al fin y al cabo, los anteriores fueron los que facilitaron su llegada a los Nets.