La última batalla de Nikola Jokic

Nikola Jokic ha jugado dos temporadas formidables, históricas. La pasada ganó el MVP, en esta tiene todas las trazas para repetir (con permiso de Joel Embiid). En ellas, claro, solo ha superado una serie de playoffs, contra los Blazers. En 2021 los Suns ventilaron (4-0) a sus Nuggets y ahora han sido los Warriors los que les han dejado fuera (4-1) sin más traspiés que esos últimos segundos del cuarto partido que evitaron la barrida, en Denver. Así son las cosas en la NBA. Al finalista del Oeste en la burbuja, en 2020, le llegó después el refuerzo de Aaron Gordon y el carnet de candidato oficial al anillo. Pero, desde entonces, todo han sido desgracias. El 12 de abril del año pasado se rompió el ligamento cruzado Jamal Murray, que no ha jugado en toda esta temporada y se ha perdido, así, dos playoffs seguidos. Y Michael Porter Jr solo ha jugado nueve partidos de este curso. El último el 6 de noviembre. Después de firmar una extensión por cinco años y 173 millones, tuvo que volver al quirófano por culpa de la espalda, esa pesadilla tiene en cuestión su carrera pese a ese talento que se le cae de los bolsillos.

Jokic se ha pasado todo el año escuchando rumores sobre el regreso de Murray y Porter Jr. Antes de los playoffs, durante los playoffs… nada. Veremos el próximo año. Ha promediado en fase regular 27,1 puntos, 13,8 rebotes y 7,9 asistencias. Solo contra el mundo, con un equipo sin sostén en cuanto él descansaba un puñado de segundos y obligado a poner en marcha mecanismos cada vez más complicados para hacer funcionar los engranajes a su alrededor. Lo hizo, hasta 48 victorias con el pescuezo fuera del purgatorio del play in. Y hasta una primera ronda imposible contra los Warriors: 31 puntos, 13,2 rebotes y 5,8 asistencias de media para un Jokic de esfuerzo emocionante, que acabó el quinto partido (102-98) acosado por las faltas personales, lastrado por una lesión muscular… y sin ningún ánimo de rendirse.

Desde el 3-0, cuando cayó la última resistencia en el primer partido de la serie en Denver, los Nuggets tenían todos los motivos del mundo para buscar una muerte dulce y dejarse ir hacia las vacaciones. Estaban agotados, física y mentalmente. Pero pelearon, seguramente porque no saben hacer otra cosa. Desde el mando de Michael Malone al ejemplo de Jokic y la energía inagotable de Aaron Gordon. Pelearon y vendieron tan cara su derrota que llegaron vivos al último minuto del quinto partido después de haber tenido ellos la única ventaja en dobles dígitos de la noche (54-64, en el tercer cuarto). Se había lesionado, por el camino, Austin Rivers. Y hacía lo que podía Jokic en la pista maldita en la que cayó fulminado Murray y en la que se cree que, en pretemporada, comenzó el nuevo vía crucis de Porter Jr. Lo que podía: Jokic acabó, acosado por Draymond Green y todo lo que se quiera, con 30 puntos, 19 rebotes y 8 asistencias. En el último cuarto apareció con cuatro faltas, hizo la quinta en 30 segundos, se fue al banquillo y volvió cuando a su equipo no le quedaba nada y se deshacía en jirones de orgullo por la pista. Con una racha de 12 puntos seguidos consiguió que se llegara a los últimos 90 segundos en un ilógico 94-92. No quedaban más vidas, ni más gasolina ni más fuerzas. Qué más da. Su equipo se va en primera ronda, con la cabeza muy alta. Qué más da. Jokic es un coloso, una montaña, una de las mezclas de poesía y batalla más maravillosas que ha dado la NBA. En toda su historia.

Los Warriors no dieron una buena imagen. Les costó más de la cuenta, pero hicieron el trabajo. Han ganado 19 de sus últimas 21 series de playoffs, todas desde que empezó en 2015 esa era suya que intentan remodelar, levantar de nuevo desde las ruinas de las dos últimas temporadas. Ahora esperan a Grizzlies o Timberwolves, el domingo (si esa serie acaba en seis) con inicio en Memphis o el martes, habría que ver dónde. Poco importará a un equipo que sabe qué tiene dentro y hasta dónde es capaz de llegar. Esa coraza, ese conocimiento de quién es y dónde está, apareció en el último cuarto, cuando los Nuggets ya no podían más. La defensa apretó al límite, con Porter Jr y un Payton II que además anotó cinco puntos esenciales incluido el triple definitivo (para el 97-92 a un minuto del final).

Esta vez no funcionó el nuevo quinteto pequeño. Y Jordan Poole ha enlazado dos partidos muy malos seguidos después de tres maravillosos. Pero ahí estaban Green, Payton II, Klay Thompson (15 puntos, 9 rebotes, 4 robos, dos canastas cuando quemaba la bola) y, claro, Stephen Curry. La razón de ser de todo lo demás: 30 puntos, 5 rebotes, 5 asistencias, 5/11 en triples. El base empezó la serie bajo mínimos tras más de un mes lesionado. Se pasó cuatro partidos saliendo desde el banquillo y ha acabado de vuelta a la titularidad y con sensaciones inmejorables. Toda la NBA sabe qué significa eso. Lleva, por cierto, 49 partidos de playoffs en su carrera con al menos cinco triples. No solo más que nadie, también los mismos que los que le siguen… entre los dos: 28 de Klay Thompson y 21 de Ray Allen.

Los Warriors son uno de los aspirantes al título. Es así. Tienen defectos y valles peligrosos, pero son casi intocables en su techo, uno al que hemos visto ganar series de playoffs de todos los colores. Ganar anillos. Los Nuggets no jugarán más esta temporada. Se van con orgullo, sin poner excusas, sin dejar de competir hasta las últimas consecuencias, hasta que la lógica les quitó el último mendrugo de pan. Hasta donde pudieron. No se pueden decir muchas cosas mejores de un equipo, menos de uno tan magullado y con tantas desgracias en el lomo. Pero uno, eso sí, liderado por esa montaña humana que es una combinación imposible de tormenta y verso: Nikola Jokic. Feliz verano, MVP.

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