Pole y accidente de Leclerc
Con los ecos del Ferrari de Schumacher aparcado en la Rascasse en 2006, Charles Leclerc logró, apoyándose en el muro, la pole en el GP de Mónaco. El primer trago sabrá de maravilla al equipo italiano, porque es la primera desde México 2019 y les reafirma como favoritos a la victoria en el circuito más icónico de todo el calendario. Pero en boca tiene matices amargos: el monegasco lideraba la tabla de tiempos y era el primero de la fila de coches cuando, en su último intento, se tocó con el guardarraíl de la Piscina y salió despegado, desde el piano hacia los muros. Salió la bandera roja y nadie pudo mejorar sus tiempos. Era una posición cómoda para Leclerc, si acierta y esa vuelta le sale, la pole estaba asegurada. Si falla, también. Y esa maniobra, inocente, dejó en cuarta posición a Carlos Sainz cuando venía con una vuelta capaz de teñir de rojo la primera fila de la parrilla. Eso sí hubiera garantizado un triunfo italiano este domingo.
El madrileño se bajó del coche frustrado, su saludo con el compañero fue frío, aunque no culpa a agentes externos. Estuvo brillante durante toda la jornada, le brotaba la confianza y luchó por la pole contra los gigantes habituales. Su primer registro en la Q3 tuvo una tara en el tercer sector, porque bloqueó una rueda en la frenada de la penúltima curva, aunque era consciente de que con una vuelta limpia estaría en disposición de salir, al menos, segundo. No llegó, el incidente de Leclerc fastidió también las intentonas finales de un enorme Verstappen (su coche no estuvo, él sí) y un recuperado Bottas. El finlandés será el vecino de Sainz en la salida y su máximo rival por el podio, que es posible y sería, quizás, un consuelo.
Estuvo irreconocible el campeón del mundo, Hamilton, que partirá séptimo y dará opciones a Verstappen para que le reste puntos en el campeonato. Norris (5º) salvó a McLaren y eclipsó a Ricciardo, a más de medio segundo y eliminado en el corte intermedio. Vettel, Pérez y un sonriente Giovinazzi cerraron el top-10, que en este circuito es casi definitivo: en la carrera los adelantamientos son inverosímiles a partir de la frenada de Santa Devota. Sólo la estrategia, un ‘safety car’ oportuno o una bandera roja inesperada pueden dar la vuelta al orden establecido.
Alonso, fuera en la Q1
Antes, la Q1 fue agónica, un embrollo propio de cualquier calle de Montecarlo que se replicó en el circuito, con veinte coches buscando su espacio para dar una vuelta perfecta que nadie encontró. El atasco, y la falta de prestaciones en un monoplaza vulgar este fin de semana, dejaron fuera a Fernando Alonso. No hizo la vuelta necesaria al principio y tampoco mejoró en su último intento porque se encontró a Stroll en La Rascasse. Alpine estuvo detrás todo el fin de semana, bastante peor de lo que auguraban dentro del garaje, aunque no es excusa cuando a Ocon le valió para ser undécimo. Que es mejor, pero tampoco es bueno. Se tuerce la temporada para un coche que no es rápido en las rectas y tampoco en las curvas.