Vinicius es el líder
Le queda poco de tapado al Sevilla. Así que apúntenle para la Liga y para lo que sea. Fue un equipo resplandeciente en el Bernabéu, con orden, nervio y ambición frente a un Madrid con síntomas de fatiga. Demasiada paliza para los de siempre. Lopetegui desactivó a los centrocampistas blancos y Acuña, Fernando y Joan Jordán firmaron un partidazo, pero perdió porque el Madrid es difícil de matar, porque Bono cometió un error fatal, porque el VAR es una verbena y le negó un penalti de Alaba a Ocampos y porque no tiene a Vinicius. El brasileño se inventó el gol de la jornada, quizá del mes, y dictó sentencia. Es su Liga. Y, por extensión, del Madrid.
También Ancelotti tiene su “es lo que hay”. No ha llegado a ese punto por carestía, sino por eliminación, y sin declaración explícita. Así que hasta que cambie el viento (que Valverde se ponga a tono, que Camavinga se hornee, que le retiren a Hazard la escayola mental, que Bale cambie el orden de la pancartita, que Isco y Marcelo regresen del más allá, que Blanco le entre por el ojo al técnico, sucesos, algunos, de imposible cumplimiento), el Madrid va a copiarse a sí mismo de miércoles a domingo y viceversa. La defensa de siempre mientras esté disponible (Alaba y su esguince incluidos), los tres reyes magos en el centro del campo, Vinicius, Benzema y el que más pite esa semana para cerrar el tridente. Asensio esta vez, por una gastroenteritis de Rodrygo. Eso va a ser el Madrid este curso. Hasta que el cuerpo aguante. Y da síntomas de no aguantar mucho más.
Rafa Mir da primero
Más si enfrente anda el Sevilla. “Dicen que nunca se rinde”, canta El Arrebato en el himno. Así lleva años ganándole terreno al mar y foco a los grandes. Lo suyo es método y agallas. Incluso con bajas notables como Navas o En Nesyri y jugadores principales tocados (Diego Carlos, Koundé, Ocampos…) es un equipo resistente y siempre competitivo. Un hueso allá donde vaya. Y con soluciones para casi todo. Pese a las dudas de la víspera, Lopetegui se inclinó por un nueve de verdad, clásico, una tanqueta: Rafa Mir. El impacto de salida fue tremendo. En un córner horriblemente ¿defendido? por el Madrid, metió un cabezazo-misil desde el punto de penalti que adelantó al Sevilla. Dos minutos después, Alaba y Courtois le negaron el doblete. A Militao se le hizo bola un ariete tan corpulento, capaz de bajar un meteorito, de ganar un esprint y de meter la cabeza en la boca del lobo.
Ante la ceja alzada, señal de alerta, de Ancelotti, el Sevilla desarmó al Madrid en el inicio desde la salida de balón, el alto sentido del deber general y la magnífica instrucción de sus centrocampistas, especialmente Fernando, un caudillo silencioso, y Joan Jordán. La cosa tuvo mérito teniendo en cuenta que en ese terreno el Madrid tiene futbolistas para presumir. Tanto que lleva años sin encontrar nada que lo mejore. Más vale lo bueno conocido. Pero lo bueno no lo fue tanto en el inicio, con imprecisiones de Casemiro e incapacidad de Kroos y Modric para abrir brecha ante un enemigo poderoso. La cosa pudo ponerse peor si un remate colocado de Ocampos no topa en el larguero. El argentino es un futbolista que engaña: trabaja tanto que su magnífico pie a veces pasa inadvertido.
Si por dentro lo tenía crudo el Madrid, por fuera la cosa no mejoraba. Vinicius se ha ganado bajar el volumen. Asensio está obligado a subirlo. Carvajal cometió errores gruesos. Y en aquellas tinieblas se hizo la luz con un gol que fue una marcianada. Militao se encontró a 30 metros de puerta sin otra opción que meter un zapatazo de medio pelo, Bono la lio parda intentando atajarlo, la pelota golpeó en el palo y quedó a merced de Benzema, que nació goleador aunque tardó demasiado en saberlo. Una oportunidad para el Madrid, un castigo inmerecido para el Sevilla. Doble castigo, cabría decir, porque Sánchez Martínez le quitó un penalti claro de Alaba a Ocampos. Otro VAR que hizo la estatua. Asensio y el argentino tuvieron otras dos antes del descanso, con el partido desatado.
...Y el Madrid da dos veces
El Sevilla mantuvo su plan, llevó su presión a cualquier rincón, atento y aplicadísimo, y le salieron bien casi todas las emboscadas. El Madrid no encontró dónde esconderse. Pareció resignado, por fatiga o por inferioridad, a protegerse en su campo, persiguiendo la pelota. Con todo, del equipo blanco, aun sometido, siempre puede esperarse el zarpazo. Lo lanzó Asensio de su posición ideal, al borde del área, pero no dio con la puerta. Hace tiempo que para casi todo le falta un segundo o le sobra medio metro. Poco después le emuló Vinicius, que se quedó sin aire para el disparo tras un acelerón por el carril central.
En cualquier caso, en la segunda mitad, unos y otros fueron volviéndose precavidos. Ancelotti le metió piernas al equipo con Camavinga y Valverde, dos del carnet joven, y Lopetegui también se apuntó al fútbol control con Delaney, Óliver Torres y Óscar. Para entonces el Sevilla parecía haber entendido que todos sus trenes habían pasado y el Madrid, que aún le quedaba alguno. Casi lo toma Alaba, con una volea alta en el punto de penalti. Sólo en ese arreón final se sintió superior el Madrid. Y entonces apareció Vinicius, bordeó la frontal del área y mandó un torpedo indefendible a la escuadra. Eso no lo tiene el Sevilla y eso decide partidos y quién sabe si campeonatos. Luego le hicieron otro penalti que se perdonó Sánchez Martínez y Courtois obró el segundo milagro ante un cabezazo de Delaney para salvar a su equipo. Tras varias vueltas de campana, el Madrid cayó de pie.