Parece un clásico, llega el Gran Premio de Gran Bretaña y hay cambios en el reglamento de la F1. El de este año no parece tan salvaje como el de 2013, que cambió el equilibrio de fuerzas hacia Red Bull al cambiar Pirelli su estructura de neumáticos, pero sí que tratan de ajustarse a los nuevos monoplazas y a necesidades no contempladas cuando se puso en marcha la nueva hornada de coches.

Especialmente con los motores, las unidades de potencia con las que los equipos, y sobre todo Ferrari, está ya al borde las sanciones en varios elementos al rozar o sobrepasar tercera unidad disponible. El Consejo Mundial reunido en París afloja un poco la soga y permitirá intercambiar unidades por versiones más nuevas incluso en parque cerrado sin tener que salir a carrera desde el pitlane como ocurría antes con cualquier cambio de un componente. Además se permitirán desde ahora reparaciones temporales de unidades de potencia.

Igualmente se actualizan las pruebas de flexibilidad del plano central del alerón trasero y y las reglas de los espejos para ayudar a la visibilidad, además de permitir a los equipos enfriar el combustible a 20ºC en carreras sofocantes, tipo Miami, visto los problemas de varios equipos en conseguirlo y la merma en sus propulsores.

Igualmente, los pilotos volverán a dar las ruedas de prensa oficiales el jueves, ya que el viernes eran impopulares minutos antes de salir a pista, y a la prensa le servía de poco porque tras los libres vuelven a hacer declaraciones. Se intentaba acortar así un día su presencia en los circuitos, al haber más carreras, pero al final siguen viajando miércoles o jueves y no suponía avance alguno el retraso.