Estados Unidos venía jugando al despiste desde el comienzo de su concentración en Las Vegas a comienzos de julio. Sus dos derrotas (Nigeria y Australia) en amistosos antes de viajar a Tokio y el tropiezo ante Francia en su estreno olímpico invitaban a pensar en otro guión que no estaba previsto como era ver a los estadounidenses sin el oro. Pero llegó la hora de la verdad y el conjunto estadounidense sacó su mejor versión, esa que parecía tener escondida, y empezó a dejar rivales por el camino hasta volver a la selección oceánica a la que se impuso por 97-78 en una gran segunda parte que les permite meterse en su cuarta final olímpica consecutiva de la mano de un Kevin Durant espectacular (23 puntos y nueve rebotes para él).
El partido empezó con el equipo de Goorjian aceptando el envite físico de su rival. Algo que hasta ahora sólo había conseguido hacer Francia. Los 'boomers' tenían claro que esa era la clave para llevarse la victoria: hacerse grande en las zonas donde esta selección estadounidense tiene menos recursos y contener al equipo de Popovich con auténticos perros de presa como Dellavedova, Thybulle o Ingles.
Con los oceánicos dominando el rebote defensivo Mills, Exum y un atinado Goulding Australia le ponía un ritmo al choque al que los estadounidenses no llegaban. Ataques con dos o tres pases a lo sumo y rápidas transiciones en ambos lados de la cancha permitieron a los aussies volar en el marcador. La táctica de Popovich de jugar con cuatro jugadores exteriores (sólo Durant como referencia interior) tampoco daba sus frutos en un equipo con el punto de mira desviado que falló sus primeros ocho intentos desde el triple.
A Estados Unidos le tocaba apelar a la heróica (26-40 como máxima ventaja australiana) y en este equipo eso sólo lo puede hacer Kevin Durant. El alero de los Nets es la nueva versión de lo que al añorado Andrés Montes le daba por llamar el artículo 34 en referencia a Shaquille O'Neal. Aquel "hago lo que quiero, cuando quiero y como quiero" se puede aplicar ahora al alero de los Nets que aparecía como el único capaz de sacar a los de Popovich de las tinieblas y romper la defensa en constantes ayudas de los australianos, que terminaron la primera mitad (42-45) pidiendo oxígeno pero con la fe intacta en sus posibilidades de completar la machada.
FICHA TÉCNICA
- Estados Unidos- Johnson (-), Lavine (9), Lillard (5), Durant (23), Middleton (11), Grant (-), Tatum (9), McGee (4), Holiday (11), Adebayo (3), Green (2) y Booker (20).
- Australia: Goulding (8), Mills (15), Green (-), Ingles (9), Dellavedova (-), Sobey (5), Thybulle (6), Exum (14), Landale (11), Reath (3) y Kay (7).
- Parciales: 18-24, 24-21, 32-10 y 23-23
- Árbitros: Zurapovic (BOS), Weiland (CAN) y Mazzoni (ITA)
El paso por los vestuarios no ayudó a los oceánicos y sí dio un nuevo aire al combinado norteamericano, que entre el final del segundo cuarto y el inicio del tercero enlazó un parcial de 23-4, volteando el marcador del 31-41 al 54-45. Durant seguía haciendo de las suyas y ayudado por Holiday y por el despertar anotador de Booker, daba un golpe en la mesa para recuperar el bastón de mando en el choque y evitar los fantasmas que atormentaron a este equipo no hace demasiado tiempo. El conjunto de las barras y estrellas se los quitó de la cabeza y empezó a disfrutar y a hacer disfrutar en la cancha, como con el mate de Zach Lavine que ponía un 72-55 que parecía definitivo en el marcador.
Y lo iba a ser, dejando el último acto como un mero discurrir de tiempo hasta llegar al bocinazo final. Una campana que sonó demasiado tarde para Australia, que pedía la toalla mucho antes y que tuvo que aguantar estoicamente los cañonazos de un equipo que volvió a ser muy superior y que ya está donde quería.